Del mismo modo que unos padres no pueden dar prevalencia al amor de un hijo sobre otro, esta vivienda, renuncia a dar la espalda a la belleza de la Subbética cordobesa. Por un lado, un horizonte de mar de olivos, con atardeceres tintados de bermellón; por otro lado, la verde sierra, tocada por alcornoques, roca y caza. El edificio se contorsiona, buscando dos orientaciones, dos visiones de una misma realidad. Grandes espacios acristalados nos invitan a participar de unos jardines interiores con una majestuosa piscina, pistas polideportivas y la brisa sosegada de una ladera muy escarpada y de difícil colonización.