Al modo que lo haría un tríptico de El Bosco, la vivienda nos muestra solo un breve retazo de lo que en el interior se desarrolla. La plasticidad de un volumen pétreo suspendido, contrario a leyes gravitacionales, nos invita a entrar en una sucesión de experiencias, todas ellas relacionadas con el patio interior, donde la dureza del pavimento conjuga con la maleabilidad de sus aguas estivales y reflejan una fachada interior que guiña, al modo que lo haría, salvando las distancias, una portada barroca.