El edificio nace del idilio entre la dureza del muro, nuevamente suspendido, olvidando su propiedad fundamental y el reflejo Hi-Tech de láminas de acero, que buscan distorsionar el entorno inmediato, copiando solo volumetrías y eludiendo el color que, por otra parte, nos distancia de la idea en esencia. Dos plantas coronadas por una terraza solárium, ajardinada y con lámina de agua, se asoma al interior a través de un hueco acristalado, hacia un atrio central a doble altura. La plasticidad de cuerpos dislocados, volados, dubitativos al no saber hacia dónde observar, resuelven el exterior de una propuesta dentro del vial más transitado de esta localidad cordobesa.